Mi Voluntariado, una experiencia llena de emociones y aprendizaje

Por Lic. Hervé Landetcheverry

Muchos jóvenes soñamos con que nuestras acciones trasciendan fronteras y perduren a través de los años. Buscamos la manera de hacer germinar la semilla de amor en donde quiera que estemos, mirando al prójimo con respeto, con igualdad, con empatía y dejando lo mejor de nosotros en actos que demuestren cuánto nos importan sus vidas, sus historias, sus realidades…

Por eso me decidí a contarles en estas líneas acerca de mi experiencia personal en los programas de voluntariado. Di mi primer paso en 2010, en India, acompañando a viajeros españoles, a orfanatos de niños y niñas donde compartían una tarde con esos chicos en situación de calle que fueron albergados por dichas instituciones, donde estaban contenidos, cuidados y con sus derechos protegidos. En ese intercambio cultural genuino, los infantes podían viajar mentalmente, y permitirse descubrir nuevos mundos. Como si fuesen “clases” de geografía, reunidos de mapas los curiosos pequeños podían aprender a encontrar dónde quedaba España o Argentina, en mi caso, y con la ayuda de las fotos dejarse atrapar por las tradiciones, la cultura e idiosincrasia de cada país.

Voluntariado, trabajo en red

Luego, allá por el año 2012, fui protagonista, puse el cuerpo, la mente y el corazón en una tarea de voluntario. La oportunidad llegó cuando una empresa española armó en conjunto con la agencia donde trabajaba un programa de voluntariado en Argentina para seis de sus empleados. No se trataba de una simple donación económica, como las campañas que realizan varias compañías alrededor del planeta, sino de un trabajo de 3 semanas de duración donde los elegidos participaban de las actividades diarias de 2 organizaciones sociales: Fundación Banco de Alimentos y el Comedor Las Manitos (ambas del partido de Gral. San Martín, en la provincia de Buenos Aires, Argentina). El propósito era colaborar con las necesidades cotidianas de las organizaciones sociales que en su mayoría cuentan con demasiada responsabilidad y tareas distribuidas entre un reducido número de personas.
¿Qué hacíamos? Dentro de las múltiples actividades que llevamos a cabo se daban las que enumero:

  • Las lúdicas y recreativas con los niños que asisten al comedor.
  • Apoyo escolar.
  • Asistencia con la elaboración y servido de la merienda.
  • Acondicionamiento del espacio comedor construido: lijar, pintar, armado de decoración con materiales reciclados y donaciones (recuerdo que hasta hicimos una alfombra gigante con retazos de tela pedidos a comercios del barrio porteño de Once).
  • Construir una biblioteca y videoteca: a través de donaciones coordinadas anteriormente se consiguieron varias cosas, hasta un TV y DVD (parece que fue hace mil años ¿no? Cuando en la actualidad todo pasa por los contenidos bajo demanda).
  • Organizar una jornada especial por el día del niño con música, juegos, regalos, etc.

Mi tarea, en sí, fue más de logística y coordinación entre las organizaciones sociales, la agencia y la empresa. Además, de acompañar como coordinador, al grupo en varias de las jornadas de voluntariado.

¿Me preguntan que representa para mí el voluntariado? ¡Empatía! Fue una fantástica vivencia y se lo recomiendo tanto a empleados, empresas y viajeros que estén dispuestos a contribuir con su granito de arena a crear un mundo mejor.

En MATER Sustentable creemos que la mejor forma de tener un mundo más justo, más comprometido y sostenible es trabajando en red, tejiendo lazos sólidos y perdurables por eso los invitamos a conocer nuestros programas de Voluntariado y Trabajo en Red.

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